Creer en la educación.


Del Blog Crisis Educativa tomo la reseña a un libro escrito por la profesora de Filosofía moral y política en la Universidad Autónoma de Barcelona Victoria Camps, ha sido senadora por el PSOE.

En el mismo se leen frases como:

. . . uno de los obstáculos de la educación actual es haberla contaminado demasiado con un montón de teorías pedagógicas en las que se ha querido encajar una realidad más compleja y diversa que lo que cualquier teoría puede abarcar. (Pag. 56)

Los cambios legislativos que evitan que el alumno suspenda o repita curso porque son medidas que sólo contribuyen a frustrarle y desanimarle no han añadido más que leña al fuego de la “motivación”, sustituto, como decía, del esfuerzo. (Pag. 100)

El esfuerzo, la constancia, el autodominio, la lealtad, serán rasgos del carácter de la persona si ésta se forma de acuerdo con dichas actitudes. Si, por el contrario, se abandona al niño a su espontaneidad “natural”, la influencia del entorno actuará sin ningún contrapeso ni medida. (Pag. 105)

Hay que revisar algunas ideas pedagógicas y aceptar, de una vez por todas, que educar no es entretener ni jugar, sino adquirir habilidades y conocimientos además de aprender a convivir. Hay que devolverle a la escuela la capacidad de alfabetizar por encima de todos los otros agentes sociales que le han usurpado dicha función. Es preciso que la escuela incorpore algunas buenas ideas del pasado, por ejemplo el valor de ejercitar la memoria, el del esfuerzo individual, la importancia de inculcar el hábito del estudio o la represión sin paliativos de los comportamientos violentos. (Pag. 121)

La democracia es una forma de gobierno, no una característica de cualquier tipo de relación, que pueda ser proyectada a cualquier nivel. La relación entre los miembros de la familia, padres e hijos, no es ni debe ser democrática. Como tampoco debe serlo la relación escolar entre maestros y alumnos. Una cosa es que se dé lugar a formas de participación en los asuntos que conciernen a todos (. . .) y otra es que los padres y los hijos o los maestros y los alumnos se encuentren en una relación de simetría en la que cualquiera de ellos tiene la misma autoridad para opinar, para tomar la palabra o para decidir. (Pag. 151)

Es más discriminatorio obligar a un alumno que suspende curso tras curso a continuar yendo a unas clases por las que no tiene ningún tipo de interés, que dejarle iniciar una formación diferente que le permitirá incorporarse después al mercado laboral como carpintero o como informático y no como mano de obra barata porque le faltará la formación requerida. (Pag. 169).


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